domingo, 2 de noviembre de 2008


La mano rasguñó la tosca pared, se había encariñado con su sombra y quería sujetarla a toda costa.
Me cuesta creer que estemos tan solas: mis manos, mi sombra, mi propio ser que aun no puede terminar de comprender que sentido tiene respirar una vida de angustias y decepciones.
La tarde se acaba y la noche viene a visitarme, una vieja amiga que me mima con sus frescas caricias, necesito tanto de su amor, que haría mi alma si no contemplara la belleza nocturna, no habría nada, absolutamente nada. Y sin embargo aqui estoy, sigo, latente, respirando poco a poco una existencia absurda y trivial, perdida por completo, no busco nada.
He consumido todas mis fuerzas y ya no me resisto, me contento con saludar mi vieja sombra y mi cansado corazón que aun late día a día.
Solo la noche me sigue amando, y me invita a ser parte de su luctuoso mundo, de su eterno amor.Día tras día, solo espero a mi amada, consumiendo estrellas y purificandome con la delicada luz de la luna.
Mi corazón tiembla y suspira agitado, demasiadas tristezas recoge.
Que amable es la noche, en la oscuridad puedo perderme y reirme sola, puedo jugar a mil deseos olvidados. Puedo volar sin alas y llorar sin necesidad de sonreir.Feliz, ya no deseo nada, he perdido mis últimas fuerzas, estoy agonizando lentamente...esperando algún milagro o esperando tranquilamente mi muerte.

sábado, 24 de mayo de 2008

El es mi amor (Dario)



Los días oscuros pueden pasar si al final encontramos la luz interior que buscamos. Las almas en pena pueden dejar de merodear las tumbas y al fin encontrar un cálido refugio. Sólo hace falta con un ángel roce tu mejilla con su mano y sientas que el está acá para abrazarte y protegerte. Porque ha entregado su alma eterna para ser un ser de carne y hueso para amarte con ternura, pasión y poder convertirse en el semidios que buscabas en los libros de leyendas y peliculas de aventuras. El está aquí y es para quedarse hasta el fin de los tiempos. El es la esperanza que se muestra con su mejor cara para seguir adelante entre tanta adversidad, es el mi amor.

Duele saber que la princesa que hay en mi latente algún día morirá del todo. El príncipe la encontrara quizás en el más allá.

Mi corazón se desgarra al pensar siquiera que jamás fui princesa ni nada. Tan sólo una niña fea que se inventó un mundo de fantasía al cual escapar cuando la realidad asolaba demasiado.

Sí eso debe ser, no hay que creer tanto en el poder de la magia porque lleva del idealismo puro a una muerte segura.

Los espejos están siempre para decirnos la verdad, como en los cuentos de hadas, jamás mienten.

Y al mirarme en el transcurrir del tiempo descubriré a una anciana con sus cara deteriorada que me mirará desde el espejo.

domingo, 30 de marzo de 2008

Misterios nocturnos

Escucho la estrepitosa tempestad desde mi ventana abierta, los árboles se balancean con furia suplicándole al cielo la libertad de las aves que disfrutan los golpes del viento en sus delicadas plumas.
Se oye los lamentos de la tierra y son tan hermosos que cuesta dormirse con tanta belleza alucinando afuera.
La oscuridad reina en mi cuarto y respiro la humedad de las viejas paredes. Mis pulmones exhalan el aroma a tierra mojada que trae la brisa fresca y mi piel desnuda se eriza ante las caricias de las frías sábanas.
Un beso de dulces ficciones me toca la frente, mi mente delira entre sueños y deseos. Creo estar despierta, mis manos están heladas, pero mi cuerpo caliente transpira flores marchitas.
Giro y me contorneo como poseída por algún demonio que no puedo ver, pero que percibo y me tortura. Escucho gritos desde las otras habitaciones, pero estoy sola, siempre lo he estado.
El cielo sigue tronando con ímpetu, su misterio me desafía, los relámpagos iluminan momentáneamente la habitación y me parece visualizar una silueta cerca de mí...
Tiemblo, me rasguño el rostro, me precipito hacia el abismo de la locura.
Creo sentir una voz que me habla en latín y no puedo comprenderla, hasta que unas manos me toman sorpresivamente del cuello, quemándome como si fueran dos bloques de hielo que me presionan la garganta.
Ahora lo entiendo todo.
En un instante, en un fragmento de vida lo comprendo.
Mi príncipe ha llegado, tantos años esperando, sola en ésta vieja casa, deseándolo, suplicándole por su advenimiento, y ha llegado y está aquí junto a mí, sosteniéndome tiernamente, bendiciéndome pecaminosamente...
Intento hablarle, intento moverme.
No puedo ver nada, ya no escucho el bosque llorar, ya no percibo los gritos de los fantasmas. No siento mi cuerpo, me siento tan fresca, tan hermosa y tan suave como una seda tibia cubierta de sangre.

lunes, 7 de enero de 2008

Encuentro con el Diablo

Te dije que estaba sola y encerrada en mi pieza, ese primero de enero del 2008. Mientras escuchaba Elend, entumecida en mi propia tristeza. Te dije que iría a pasear por el camino de la base y desinteresado me colgaste.
Recogí fuerzas en la noche y salí a recorrer esa tranquila calle enmarcada con frondosos árboles. El murmullo del viento bailando con las hojas recitaban versos salvajes, incomprensibles a mi lenguaje, pero susceptible a mis células que captaban deseosas, las vibraciones de aquella brisa poética.
Al cabo de un buen rato, me senté a descansar en un viejo tronco hachado. Las lechuzas volaban cerca de mí, deleitándome con su preciosa presencia. Su extraño canto ahogaban la noche en un manto de misterio y pavor. Inmersa en aquel mundo nocturno, mi mente se precipitaba hacia un abismo de belleza y soledad.
Fue entonces cuando vi. una silueta oscura a lo lejos. Mi corazón se aceleró y mi cuerpo comenzó a tiritar, a medida que la figura se acercaba decidí hacerme la desentendida. Pronto fui visualizando, de reojo, aquella imagen en movimiento. Le pertenecía a un hombre joven de tez clara, vestía pantalón de vestir y camisa negra. Traté de distraerme fijando la mirada en otros puntos, pero no podía evitar sentirme perturbada ante su presencia, que iba acercándose hacia mí. Y en pocos segundos su presencia estaba erguida frente a la mía. Mi corazón se detuvo. Alcé la mirada y unos ojos negros, perturbadores me encontraron. Era alto, delgado, pero macizo. De atractiva y inquietante presencia.
Respira. Me dijo con una voz grave, madura para su jovial presencia.
Tomé aire y traté de controlar mis nervios, sin quitar mis ojos de los suyos. Su voz volvió a quebrar la aparente y breve tranquilidad que había recobrado.
Es una noche excelente para realizar un ritual satánico…
Entonces recordé que solo una persona sabía que estaba allí y solo esa persona sabía de mi curiosidad por los rituales satánicos.
¿Lucas? Dije soltando un hilo suave de voz.
El se río con una carcajada más sombría y escalofriante que alegre, pero supuse que su risa era una señal de afirmación.
Se sentó a mi lado y respiró cerca de mi cuello, subiendo por mis orejas y bajando por mi cabello. Por un instante cerré los ojos y escuché su fuerte respiración, como la de un lobo salvaje y me estremecí.
¿Por qué deseas invocar al demonio? Inquirió
Te he dicho que solo es una curiosidad. No creo tener el poder suficiente para que el Demonio me deleite con su maravillosa presencia. Y me sorprendí a mi misma sonriendo con ironía.
Él me miró tan fijo y tan seriamente, que mi corazón volvió a acelerarse.
En un rapto de escalofriante dulzura, me tomó la mano y la acercó a sus labios, y con mi mano sujeta entre las suyas; siempre mirándome con sus ojos de lobo feroz, me preguntó.
¿Y si lo tuvieras frente tuyo, que ansiarías pedirle? Y luego de haberme hecho la pregunta, besó mi mano y se la llevó a su rostro.
Tomando coraje respondí. Le pediría belleza, talento, fama, dinero. Todo lo que la ambición exige. Él esbozó una cruel sonrisa que me sobrecogió y aferrándose a mi cuerpo, con su boca pegada a mi oído preguntó.
¿Y estarías dispuesta a darle tu alma a cambio?
Giré un poco y mis labios quedaron a centímetros de sus labios-
Ése es el problema, ¡No pienso entregarle nada a ese desgraciado! Y me reí fuerte y con ganas.
¡Ah! ¡Maldita! Me gritó ¡Eres un demonio! Y sujetándome fuerte con sus brazos me besó con furia y me mordió la lengua.
Un fuerte viento con sabor a tormenta comenzó a correr…
Me sujetó la nuca con fuerza y me jaló hacia atrás, tirándome en la hierba. Me dejé llevar por aquel hombre-chacal del que no estaba segura nada, pero aún así me provocaba. Su cuerpo restregándose contra el mío, me precipitó a un abismo de concupiscencia infernal.
Todo ritual satánico tiene que concluir con un acto carnal. Me dijo.
Ya me habías comentado ese detalle, pero aquí no ha habido ningún ritual satánico… Respondí, dándome un espacio entre sus devoradores besos.
Mordiéndome con fuerza el labio y mirándome intensamente a los ojos me dijo
Una joven sola, herida, en una intensa noche. Escuchando atenta la música de la naturaleza, agudizando sus sentidos, meditando, adorando los árboles y sus oraciones. Fundiéndose con la belleza salvaje, pura, armoniosa y extrema. Deseando fervorosamente, intensamente hasta la muerte…significa para mí un perfecto e ideal ritual pagano…
No me atreví a decirle más nada. Callé y mi silencio fue mi resignación y mi entrega.
Con furia me despojó de mi ropa, que sentí rasgarse bajo sus manos. Agarró con fuerza mis pechos entre sus dedos y su lengua larga y babosa, recorrieron mis orejas, mi cuello, mis pezones y mi vientre, hasta llegar entre mis piernas, estremeciéndome de placer y locura. Cuando quise incorporarme para abrazarlo, me volteó, sujetándo con fiereza mis delicadas muñecas, provocándome dolor y excitándome al mismo tiempo. Sosteniéndome boca abajo, se acercó a mi oído y me recitó “facilis descensus averni” y me mordió el cuello, los hombros y los brazos, jadeando como un animal en celo. Yo grite y me retorcí en el suelo, pero su hombría animal, me tenía prisionera y saberme víctima de sus ultrajes me excitaba y me humedecía aun más.
Entonces sentí su miembro como un hierro candente deslizarse en mi suave y húmeda vagina. Me penetró con furia, como una bestia queriendo destrozar a su victima, provocándome placer y dolor en una fusión de sublime maldad.
Yo grité, me convulsioné y lo único que provoqué es que se estimulara más, mordiéndome, tironeándome el cabello, clavando sus uñas en mi piel, haciéndome sangrar.
Desnuda, herida, excitada, con el cuerpo sobre la tierra y el pasto. seguía siendo carne para su cena. Cansada y dolorida le pedía que siguiera, que no se detuviera en un ataque de infinita lujuria. Junto a mis gemidos, se oían sus gruñidos de lobuzna excitación, hasta sentir un aullido feroz que hizo temblar mi cuerpo y a través de mi cuerpo, la tierra.
Exhausta, quedé tendida sobre el pasto húmedo de la mañana. Con el cabello revuelto desparramado. El cuerpo me temblaba, los brazos me dolían, me di vuelta y pude contemplar un hermoso cielo rojizo, pronto amanecería.
¿Lucas? Pregunté casi sin aliento.
Me incliné un poco y miré para todos lados. No había nadie. Mi ropa estaba desparramada, mi celular seguía encendido sobre el viejo tronco hachado. Me incorporé despacio, sacudí mi ropa y me vestí. Me senté y mirando mi celular comprobé que eran las cinco de la mañana.
Quise llamarte en ese momento, pero no tenía suficiente crédito. Además no había tenido oportunidad de reprocharte el corte de teléfono que me habías hecho por la noche. ¿Habías sido vos? No podía creer lo que había sucedido. No fue un sueño, ni un delirio. ¿Qué fue lo que sucedió?
Me fui a casa y me dormí plácidamente. Al despertar tomé el celular y te envié un mensaje, preguntándote solo el motivo por el cual me habías cortado en la noche. Pasaron pocos días pero no encontraba la excusa para preguntarte por lo sucedido, pero solo anoche me animé. Me respondiste que no eras vos, que no intentara asustarte. ¿Intentar asustarte? ¡Yo estoy asustada! ¿Acaso me engañas? ¿Acaso mi mente está confundida?
¡No! No estoy loca, no estoy confundida, soy una mujer coherente; pervertida quizás...pero siempre racional.
Fue una noche demasiado ajena a éste mundo. Confiando en tu palabra solo puedo pensar una cosa.
Estuve con el diablo, con el mismo Lucifer, el príncipe de las tinieblas…