Camina entre las sombras y se regocija en su abismo.
No precisa de la luz, ella todo lo percibe y todo lo abarca.
Ríe a carcajadas, rié como loca.
Acaricia su largo cabello y se reconoce con sus pequeñas manos.
La joven desencantada canta, baila, grita, se muerde, llora, alucina y sonrie.
Los árboles recitan, entre murmullos de hojas y vientos,
sobre su princesa nocturna.

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